Este año marcó dos momentos importantes en la vida de mis hijos. Mi hijo mayor cumplió 18, y con eso alcanzó la mayoría de edad, y aunque hay una zona gris hasta los 21, para muchas actividades cotidianas ya es un adulto. Por otro lado, mi hija cumplió 15 años, que en la cultura latinoamericana marca el fin oficial de su niñez...
...El fruto final de nuestro papel de padre no es cumplir a través de ellos nuestros sueños rotos, tampoco es convertirlos en medallas para poder presumir ante familia y amigos. Al final del día nuestro papel es mucho menos glamoroso. En última instancia se reduce a convertirnos gradualmente en innecesarios, siempre a la orden para ayudar, pero no indispensables para que ellos avancen por su propio camino, impulsados por sus propios sueños y de acuerdo a sus propias maneras. Esa, al menos para mí, será la única forma de evaluarme al final de este viaje. Ahí les cuento después como nos va.