Al inicio miraba la vida como una carrera de 100 metros, corta, de poca duración, por lo que había que moverse rápido y darlo todo en un solo empujón de energía.
A medida fui creciendo y madurando, esa imagen se fue borrando, y en su lugar fue apareciendo una carrera más larga, más como una maratón. Van a haber altos y bajos, van a haber momentos de mucha energía y otros en los que dan ganas de quedarse sentado, hay metas de corto plazo, otras de medio y así vamos a ir sumando hasta alcanzar la “meta”, cualquiera que esa sea. La velocidad importa, pero más importa la constancia y el ritmo.
Ahora que mi edad se acerca al medio siglo, está apareciendo una nueva dimensión a esa percepción que tengo de la vida.